¿Qué es la ansiedad?

El concepto de ansiedad es uno de los más empleados, tanto dentro de la Psicología, como entre la población general, es un término de uso común entre las personas. Esto es debido en parte por el gran parecido que tiene el concepto de ansiedad con otros como miedo, temor, fobia, angustia, estrés, activación, preocupación o tensión.  Son todos términos que aluden al mismo significado o a significados cercanos o parciales de ansiedad.

De esta forma, la ansiedad es una emoción cercana, casi todo el mundo se ha sentido nervioso en alguna ocasión por algún motivo concreto o incluso, sin ningún motivo aparente.  Una persona ansiosa mantiene en su pensamiento una sensación de alerta constante, vive vigilante y no suele estar sosegada, la ansiedad es capaz de eliminar de su cuerpo cualquier rastro de tranquilidad y reposo.

 

 

La ansiedad en su origen, es una reacción adaptativa y natural que el organismo pone en funcionamiento para defenderse ante una amenaza o para afrontar una situación difícil. La respuesta de ansiedad consiste en un aviso de un posible peligro en un futuro, por lo que tiene un importante papel funcional al permitir al individuo pararse para afrontar dicho problema. Sin embargo, a veces desarrollamos una ansiedad desproporcionada e irreal en la que la respuesta no tiene nada que ver con el estímulo que la provoca. De esta forma podemos hablar de la existencia de una ansiedad normal, ante peligros reales, y una ansiedad disfuncional, ante situaciones inofensivas que desencadenan un estado intenso de activación. 

¿Cómo aparece la ansiedad?

Cada persona tiene su modo de expresar la ansiedad. La ansiedad es una reacción emocional que  es difícil de controlar por la persona que sufre los síntomas. Éstos se pueden manifestar  en tres componentes o sistemas de respuesta diferentes.



  • Sistema cognitivo-subjetivo. En este sistema se incluyen los pensamientos y cogniciones que aparecen  cuando el análisis de la situación (real o imaginada) desencadena en un estado de ansiedad, y la mente elabora un sentimiento de aprensión e inseguridad. La persona se ve asaltada por autovaloraciones negativas, sintiéndose incapaz de afrontar la situación. Aparecen aspectos de la experiencia interna de la ansiedad como el miedo, el pánico, la alarma, la inquietud, la preocupación, sensación de inseguridad, sentimiento de inferioridad, incapacidad de tomar decisiones, incapacidad para concentrarse, confusión, desorientación, olvidos frecuentes  e  ideas obsesivas.  
  • Sistema fisiológico-somático. En este sistema se incluyen las alteraciones neurofisiológicas que se desencadenan en la persona ante una situación que le produce ansiedad.   Dichas alteraciones aparecen por la activación del sistema nervioso,  tanto en cambios externos (sudoración, dilatación pupilar, temblor, incremento de la tensión muscular…) como internos (taquicardia, aumento de la tensión arterial, aumento del ritmo respiratorio). Algunas de estas respuestas pueden ser controladas por la persona, mientras que otras son difícilmente controlables.
  • Sistema motor-conductual. Engloba todas las respuestas observables en la conducta ansiosa. Cuando una persona sufre un estado de ansiedad  ejecuta movimientos repetitivos sin finalidad como morderse las uñas o tocarse el pelo, puede manifestar una gran tensión muscular con temblores. Pero la conducta más significativa es la respuesta de evitación de la situación que produce ansiedad o escape de la misma. Otras manifestaciones pueden ser los tics, la risa nerviosa, explosiones emocionales, comer en exceso o rechazar la comida y el abuso de sustancias. 

Causas de la ansiedad

Se piensa que la ansiedad constituye un fenómeno complejo en el que intervienen múltiples factores biológicos y psicológicos que se potencian entre sí.

Lo más aceptado científicamente es que por un lado existe una predisposición individual a padecer ansiedad, es decir, hay personas que son más vulnerables que otras a desarrollar un trastorno de ansiedad, se habla de causas predisponentes de la ansiedad y pueden tener una base genética o por el contrario tratarse de experiencias muy tempranas.

 

 

Por otra parte, la existencia de esta predisposición no implica que el trastorno se vaya a desarrollar, hay personas que tienen esta predisposición y no desarrollan nunca este tipo de trastornos y hay otras que sin tener esta vulnerabilidad a la ansiedad si lo desarrollan tras un periodo intenso de acumulación de estrés o tras una experiencia traumática. Hablamos en este caso de factores precipitantes que pueden desencadenar una respuesta de ansiedad desadaptativa.

 

También hay que tener en cuenta dentro de las causas de la ansiedad los factores que están manteniendo el trastorno, como pueden ser respuestas de evitación, errores cognitivos de interpretación de la situación o falta de autoestima. 

¿Cuándo debo preocuparme por mi nivel de ansiedad?

Nuestro día a día está lleno de situaciones estresantes, en el  trabajo, las responsabilidades, el estudio, las prisas, las enfermedades, los atascos, etc.,

 

Podemos reaccionar de forma puntual con altos niveles de ansiedad ante diferentes situaciones, este hecho no tiene porque ser preocupante, ya que en sí misma, la ansiedad puede ayudarnos a resolver las situaciones de forma satisfactoria. Sin embargo, si esta reacción de alta ansiedad puntual aparece cada vez más frecuentemente en nuestro día a día, o no somos capaces de volver a nuestro estado de activación habitual de una forma fácil y controlada, puede que debamos empezar a pensar la posibilidad de necesitar ayuda.

 

Si empecemos a encontrarnos con dificultades para controlar nuestro estado de activación, siendo éste muy alto y suponiendo un estado de alerta y preocupación contante, como ocurre en los ataques de pánico o crisis de angustia, o de forma recurrente tenemos presentes pensamientos que nos producen ansiedad,  puede que estemos ante un posible problema de ansiedad.  

Tipos de ansiedad

Los síntomas de ansiedad pueden agravarse y prolongarse en el tiempo, produciendo un gran malestar a la persona y en ocasiones pueden derivar en distintos trastornos:

Trastorno de ansiedad generalizada

Se trata de un trastorno de ansiedad por el cual una persona está siempre tensa, atemorizada y en estado de excitación del sistema nervioso autónomo. 

Trastorno de angustia

La crisis de angustia o ataques de pánico se pueden definir como un periodo discreto de terror o malestar muy intenso, que comienza de forma brusca, y que aparece junto a una sensación de peligro o muerte inminentes así como un impulso urgente a escapar, además de algunos de los siguientes síntomas de activación del sistema nervioso: palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de ahogo, opresión en el pecho, nauseas, mareos.

 

Trastorno de ansiedad marcado por la existencia de ataques de pánico inesperados y recurrentes. 

Agorafobia

Miedo a estar en lugares o situaciones de los cuales pueda ser difícil o embarazoso escapar o en los cuales pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico.

Fobias específicas (miedo a volar, claustrofobia, fobia a conducir, fobia a hablar en público, fobia a la sangre…)

Trastorno de angustia caracterizado por miedo persistente e irracional que se acompaña de una respuesta de evitación al objeto o situación temidos. 

Fobia social

En esta fobia el miedo de suscita por situaciones sociales en las que la persona se expone a desconocidos o a la evaluación y juicio de los demás. Se teme sufrir una situación embarazosa o ser humillado. 

Trastorno obsesivo compulsivo

Trastorno de ansiedad generalizado por pensamientos repetitivos (obsesiones) y/o acciones (compulsiones) indeseados. 

Tratamiento de la ansiedad

Somos especialistas en el abordaje de cualquier problemática de sintomatología ansiosa. Cada trastorno necesita de un tratamiento específico y cada persona un tratamiento individual que le ayude a superar la situación que le está produciendo ansiedad. Por este motivo, realizamos evaluaciones específicas y personales a partir de las cuales elaboramos un plan de tratamiento para cada persona.

 

Utilizamos técnicas de exposición a los estímulos y situaciones temidas principalmente en trastornos de pánico o en las fobias específicas. Pero en muchos trastornos de ansiedad aparecen pensamientos y distorsiones cognitivas, como la percepción de peligro en la fobias o miedo a la evaluación negativa en la fobia social, donde es necesario intervenir  a nivel cognitivo, con la reestructuración cognitiva ante estos errores de pensamiento. Esta intervención, además aumenta las expectativas de autoeficacia y facilita la exposición a los estímulos temidos. Es muy importante ante el abordaje de problemas de ansiedad aprender a controlar el nivel de activación, para ello disponemos de técnicas de control de la activación como pueden ser la relajación (respiración diafragmática y relajación muscular progresiva) y la imaginación guiada. 

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